Torres en 48 horas
Si tu estancia es de dos días, te planteamos este completo recorrido para que descubras nuestras Calles, nuestros Monumentos, nuestras Plazas y nuestro Parque Natural. Para sentirte como en casa.
DÍA 1 | MAÑANA
Empezamos el día en la Cuesta de la Pila, lugar de reunión de los torreños desde tiempos inmemoriales. Es el centro neurálgico de la localidad y constituye el punto de encuentro de la mayoría de las citas turísticas.
Bajaremos por la calle Baltasar Garzón Real, hacia la Plaza de España. Representa el símbolo del Renacimiento en nuestra localidad como el primer espacio que se formó extramuros en la villa como consecuencia del incremento demográfico experimentado desde finales del siglo XV. Aunque debió constituir un armonioso conjunto de edificaciones caracterizadas por los elementos arquitectónicos de la etapa histórica en la que se construyeron, el paso del tiempo no nos ha dejado admirar todo su esplendor.
Desde la Plaza de España, por la calle Jesús Castillo Solís, llega nuestra visita al Templo de Santo Domingo de Guzmán. Construida entre los siglos XVI y XVII, este templo mezcla las formas ortodoxas del clasicismo renacentista con las formas constructivas populares. Los puntos imprescindibles a contemplar son la Pila Bautismal, una pieza mudéjar de finales del siglo XV. de las que se conservan 14 ejemplares similares en toda España y la talla de una Virgen del siglo XVII, recientemente restaurada, de Nuestra Señora de la Esperanza, la más antigua de la Parroquia.
A la salida del templo Parroquial encuentra la “Lonja de la Iglesia”, un excepcional mirador en uno de los accesos al templo. Sostenido por ocho majestuosos arcos de casi 10 metros los más grandes, que se construyeron para abrir un nuevo, y segundo, acceso a la Iglesia de Torres.
De nuevo hacia la Plaza de España, para tomar la calle Corredera, se encuentra un espléndido arco que separa la Plaza de la calle a la que nos dirigimos. Se trata de un elemento arquitectónico que estaba emplazado desde el siglo XIX en el mismo lugar que ahora contemplamos pero que fue reducido a escombros en torno al año 1965, tras la demolición del antiguo Ayuntamiento. El “Arco de la Plaza”, recuperado para el disfrute colectivo del vecindario y el visitante el 18 de mayo de 2012, tiene una altura de ocho metros y cincuenta centímetros y un ancho de cuatro metros y cincuenta centímetros, es decir, unas medidas tan precisas como las del original.
Cruzamos el Arco de la Plaza y le invitamos a ver la Ermita de “El Santo”, a unos doscientos cincuenta metros. En la comarca de Sierra Mágina, San Sebastián fue conocido como “El Santo”, de ahí la dedicación de esta pequeña Iglesia al mismo desde el siglo XVI. En el siglo XIX la Ermita quedó reducida a escombros, y en el XX se volvió a levantar. Alberga algunas obras de valor como un lienzo con un Ecce Homo pintado al óleo del siglo XVII, otro lienzo de la Divina Pastora del siglo XVIII o una talla de Cristo Crucificado del siglo XX.
Saliendo de la Ermita a la derecha, continuando por la calle Corredera, llegaremos al Parque Municipal, donde podremos relajarnos y pasear a pie, disfrutar del parque infantil, además de contemplar el macizo rocoso que en Torres conocemos como “Las Cimbras” y que ofrecen una espectacular imagen nocturna para descubrir. Las mismas sirven, además, como zona de escalada con 17 vías nada menos.
En esa misma zona hay algunos bares y restaurantes de tapeo y de platos tradicionales torreños, por lo que es buen lugar y buen momento para reponer fuerzas.
DÍA 1 | TARDE
Desde el entorno del Parque Municipal, recorreremos la calle Amor de Dios, y al final de ésta contemplaremos un canal que atraviesa el pueblo de arriba abajo. Se trata de la “Rambla de San Gil”. Este cauce de agua se creó de forma natural como consecuencia de una gran tormenta que arrasó nuestra localidad el 1 de septiembre de 1843, de ahí su nombre. Causó la muerte de 55 personas y dividió el municipio en dos. Podemos hacernos una idea de cuál fue la magnitud del desastre pues todo ese terreno ahora convertido en avenida, estaba ocupado por viviendas que fueron literalmente arrastradas por la fuerza de enormes piedras y gran cantidad de agua.
Si giramos hacia la derecha, subiremos una serie de escaleras que nos conducen a una amplia Plazoleta. Una vez allí, en el Pilar del Rosario, ejemplo de muchas fuentes que encontramos en el pueblo y que puedes conocer a través de la “Ruta de los Pilares”, llegamos a un espacio abierto que constituye el centro de un barrio típico andaluz. La mayoría de todas las viviendas que vemos alrededor, aunque no lo apreciemos, tienen grandes cuevas. Son las casas-cueva de Torres. Más de 60 viviendas que acogen a familias humildes, de toda la vida, de buena vecindad, amables y hospitalarias. Comenzaron su vida en una cueva y siempre han estado ligados a ese barrio, a su casa y a una vida sencilla, que con el paso de los años y muchas fatigas, les permitió construir una vivienda al principio.
Es el momento de relajarse y descansar para realizar la ruta nocturna.
DÍA 1 | NOCHE
Le aconsejamos pasar por la “Cuesta de la Pila”, lugar del que partió nuestra visita por la mañana, para ver en el planímetro urbano la ruta nocturna, aunque recomendamos entre todos, contemplar la iluminación de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán y sus arcos, las vistas desde el Reloj de la Muralla o las “Cimbras” del Parque Municipal.
DÍA 2 | MAÑANA
El término municipal de Torres, como toda la provincia de Jaén, está impregnado del cultivo del olivar, principal recurso económico de las familias locales, que marca el devenir cotidiano de los trabajadores de este pueblo.
Los primeros indicios de la presencia del olivo en las costas mediterráneas españolas coinciden con el dominio romano, aunque fueron posteriormente los árabes los que impulsaron su cultivo en Andalucía, convirtiendo a España en el primer país productor de aceite de oliva a nivel mundial.
El aceite de oliva virgen extra es el zumo de la aceituna. Es el único aceite, entre los que se encuentran habitualmente en el mercado, que se extrae de una fruta fresca y sin el uso de solventes. Es por tanto un producto totalmente natural cuyo excepcional aroma y sabor provienen directamente de la fruta de la que se obtiene.
Torres y sus agricultores producen un aceite de altísima calidad, procedente del fruto del olivo que se extiende por los más de 80 kilómetros cuadrados de nuestra superficie. Olivar de regadío y de secano. Olivar de campiña y de montaña. Ambos producen un “oro líquido” de especiales propiedades que puedes reconocer visitando las dos cooperativas productoras de este zumo natural.En dirección a Jimena, por la JA-3104, encontraremos primero a la Sociedad Cooperativa Andaluza “Santa Isabel” y a la Sociedad Cooperativa Andaluza “Nuestro Padre Jesús de la Columna” después, en las que podemos comprobar cómo se recolecta, cómo se produce y lo más importante, qué exquisito producto se obtiene de las tierras de Torres.Una vez realizadas estas visitas, tendremos que coger nuestro vehículo y dirigirnos hacia la carretera de Fuenmayor.La primera parada la tenemos que realizar en el entorno del puente de “La Puente”, una de las construcciones torreñas en las que participó Andrés de Vandelvira, que se inició en 1561. Se trata de un puente que se planificó después de que una tormenta acabara con la infraestructura anterior, que sobre el río que pasa por Torres, unía el pueblo con la Fuenmayor y los molinos de trigo que se encontraban por entonces en la zona. El puente es bastante alto, puesto que tiene que salvar una gran barranco. Presenta un único vano de mediopunto y sus dovelas se encuentran en muy buen estado. Se trata de una de las pocas obras de ingeniería conocidas de Vandelvira.
Cuando contemplemos esta obra del genial arquitecto, nos desplazaremos por esa misma carretera hacia el Manantial de Fuenmayor. Se trata de un área recreativa en la que podremos pasar una agradable mañana de descanso, recreo y esparcimiento. El área se ubica junto a un estanque al que vierte sus aguas uno de los numerosos manantiales existentes en el Parque Natural Sierra Mágina, al que pertenece buena parte del término municipal de Torres. Pocos sitios resultan tan frescos y agradables como éste, incluso en verano. Podríamos afirmar sin ningún género de duda que este espacio se trata de la zona natural por excelencia de Sierra Mágina y es un destino único y singular de Torres.
En este espacio, antiguas piedras de molino se han convertido en originales mesas y taburetes a la sombra generosa de chopos, encinas, nogales y majuelos de enorme tamaño. Es un lugar ideal para disfrutar de un picnic o tomar algo para descansar y pasear.
DÍA 2 | TARDE
En esta segunda tarde, de una forma relajada y tranquila, visitaremos el “Reloj de la Muralla”. Desde la Cuesta de la Pila subiremos hasta el recinto por la calle Goleta o por la Cerrillo. En este lugar se encontraba la construcción más significativa de la Edad Media de nuestra localidad: el Castillo y su muralla que, partiendo de él, bordeaba la villa.
De Castillo solo queda una de las tres torres que lo formaban, que hoy acoge el reloj municipal construido en 1933, de ahí su denominación –de la muralla-. La originalidad del enclave del mismo obedece a la pretensión de la entonces Corporación Municipal que deseaba que todos los vecinos lo oyeran y buena parte lo vieran desde cualquier punto del municipio.
Por las tortuosas cuestas del casco antiguo que bajan hasta la Plaza de España, de vuelta al centro de la localidad y para concluir nuestra ruta, a través de la calle Corredera y la calle Real llegaremos a la Plaza del Lejío.
Desde allí distinguirá el Palacio de los Marqueses de Camarasa. Esta Casa-Palacio del Mayordomo de Francisco de los Cobos, parece ser que cuando aún no habían terminado las obras de ‘La Puente’, Vandelvira se encargó del proyecto de la casa del mayordomo, Bartolomé Ximénez. El palacio cuenta con una portada renacentista de incuestionable equilibrio y belleza que podrás admirar antes de finalizar tu visita por el pueblo.